Las acciones afirmativas generan mucha resistencia. Desde el punto de vista teórico no se comprende la necesidad de una intervención para equilibrar las desigualdades históricas. Se piensa que con ello se rompe el principio de igualdad; que se discrimina a la inversa; que se rompe con la importancia del mérito y del esfuerzo alterándose con ello la lógica de la mano invisible del orden social. ¿Cómo hacer ver que poner una rampa para una persona en silla de ruedas no es un privilegio sino un ajuste necesario para romper las barreras de la exclusión a quienes presentan una histórica situación de vulnerabilidad? 

Por el lado de la praxis política, su implementación para la elección de diputaciones en 2021 también generó fuertes resistencias. Se cuestionó que hubiera sido a golpe de sentencias y no por mandato legislativo; que se hubieran implementado acciones para grupos de la diversidad sexo-genérica en partidos conservadores; pero lo más importante para el tema que nos ocupa, los partidos se quejaron de que algunas de estas acciones se destinaran a los primeros lugares de las listas de representación proporcional. Fue tal la molestia que hasta se presentó una iniciativa de reforma constitucional avalada por casi todos los grupos parlamentarios –con excepción de Movimiento Ciudadano– para limitar las facultades de control difuso de constitucionalidad por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para que no pudiera resolver temas de acciones afirmativas ni temas sobre vida interna de los partidos. Afortunadamente, el escándalo que esto generó detuvo la absurda pretensión. 

Una de las principales propuestas de cara a la reforma electoral anunciada es la posible eliminación de las plurinominales. Se ha denunciado que éstas se han convertido en lugares estratégicos de las cúpulas partidistas que no cuentan con ninguna representación al no ganarse el voto popular. Sin caer en una cuestionable defensa esencialista del principio de representación proporcional, como se ha hecho por parte de muchas voces, queremos poner aquí en perspectiva la manera en que las acciones afirmativas pueden funcionar justo para democratizar las plurinominales. 

Más allá del debate que puso sobre la mesa Pablo Gómez al afirmar la falsedad de que los partidos de oposición hubieran consensuado el principio de representación proporcional con la reforma de 1977 que la introdujo por primera vez, lo cierto es que la incorporación, primero, de 100 diputaciones, y luego, de 200 en 1986, sí fue condicionante en los hechos para inyectar pluralidad partidista y oposición en la Cámara de diputaciones hasta ese momento dominada hegemónicamente por el Partido Revolucionario Institucional. 

Pasamos de un sistema de partido hegemónico a un sistema de partidos pluralista competitivo con el paso de las diferentes reformas llegando a perder el pri en 1997 por primera la vez la mayoría absoluta en dicha Cámara. Y entonces la pregunta es ¿por qué hacemos una apología de este momento y de esta reforma que inyectó pluralidad partidista, pero al mismo tiempo nos parece inaceptable, primero, que se legislaran cuotas de género, después el principio de paridad, y finalmente, que se incluyeran en 2021 sesenta y cinco diputaciones de personas indígenas, afromexicanas, personas con discapacidad, de la diversidad sexo-genérica y migrantes, si con esto se inyectó pluralidad social? Veámoslo así: las plurinominales fueron en algún momento una suerte de acción afirmativa para forzar la pluralidad de otros partidos históricamente excluidos. 

A todo esto, ¿por qué es tan importante la inclusión? Robert Dahl lo explica de manera contundente en su obra La democracia y sus críticos: simplemente porque si las personas que somos sujetas por las normas de un Estado, no tenemos la oportunidad real de opinar y cambiar esas normas, en realidad no somos ciudadanas libres de dicho Estado sino súbditas. El estudio de El Colegio de México que el Instituto Nacional Electoral encargó realizar para evaluar las acciones afirmativas federales de 2021,¹ mostró cómo especialmente las cuotas de representación proporcional resultan ser más efectivas para personas con discapacidad y personas de la diversidad sexo-genérica. En una sociedad aún sumamente patriarcal, clasista, racista, capacitista y discriminatoria, una manera en que podría garantizarse que aquellas personas que históricamente han sido excluidas del demos fueran efectivamente incluidas en la toma de decisiones para el ejercicio efectivo de sus derechos políticos sería justo a partir de destinar los primeros lugares de las listas plurinominales para estos grupos. Si el principal argumento para eliminar las plurinominales es que se han vuelto espacios de las oligarquías partidistas, diseñémoslas para incluir a las personas de la sociedad que menos probabilidades tienen de opinar e influir en los problemas públicos en los que siempre resultan ser las y los más afectados.