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El sueño del Unicornio Azul

A la memoria de Julieta Fierro, dama de las estrellas

 

El ruido de fondo: Tenemos que dormirla —¿Cómo dormirla? —Sí, callarla, que se tumbe de nuevo y no haga ruido, que se quede quieta un momento ¡por Dios! Unos minutos, ¡un segundo al menos! —¡¿Estás loca?! —Sí, ¡ya no aguanto ese chillido, ni su mirada, ni su respirar abrupto, ya no quiero verla… ¡¿Qué no ves?! ¡Está sufriendo! —Claro que la veo y siento una pena terrible por ella, por nosotros y por el mundo que no sé si la verá algún día, y que, de hacerlo, seguramente estarán más interesados en tomarle fotos y subirlas a las redes que en intentar siquiera comprenderla… Yo mismo ahora no entiendo nada. Trata de tranquilizarte y esperemos a que lleguen las doctoras… si prefieres sal un momento…

La estrella: Ahí mero, fue un ruido sordo, duro, como un tráiler estrellándose contra los pinos, como en esas películas gabachas donde caen cosas del cielo entre llamas y gritos… ¡un Superman! Nada más que sin nave y brillante, muy brillante —Sí ¡impresionante!... Lo más raro fue que entre el ruido, las cosas que saltaban y la tierra revolviéndose sobre sí misma, parecía escucharse un chillido, como de animal herido, muy raro… era una especie de melodía, sí, una melodía del sufrimiento… como llantos alargados, un sonido de dolor, pero al mismo tiempo parecía uno de esos sonidos o gemidos que hacen los yoguis cuando se quedan sentaditos como estatuas. Algo muy raro —Yo también lo vi desde la carretera, un meteoro pensé, el fin del mundo me cae, en el cielo se veía inmensa, como bola de fuego, grande, iluminaba la noche como un faro, de esos del puerto, visto de frente. Me quedé mudo. Se me enchinó la piel y me empezaron a escurrir las lágrimas, no sé, como si fuera un milagro, como si en lugar de una bola de fuego o una piedra, fuera una virgencita con su halo de luz, cayendo, cayendo, bajando del cielo, para ayudarnos o llevarnos ya de aquí, ¡al bendito cielo o al mero infierno!... ¿Qué sé yo?...

La duda: No hay luz en la estación, sólo estas lámparas de emergencia —¡¿Por qué pasan estas cosas?! —Acomódala aquí, con cuidado, así, así —¡Ya está! Baja y desamarra todo, deja las guías de protección y contención —Sigo sin creer que esto sea posible —Es como un huevo, y adentro… adentro… un misterio —Vamos a empezar a remover estas placas que ya no están calientes, pásame el material de exploración, vamos viendo qué tenemos —Con cuidado, parece que ya no hace ruido —Pon las cámaras de este lado y otra de frente —Es realmente hermoso, es un milagro, mira como brilla, como si tuviera estrellas dentro y estuvieran colapsándose en silencio… mira está membrana, es tan, tan… —Sí, es increíble, es la realidad más improbable, el miedo más hermoso… ¿me ayudas? hay que acomodarla un poco hacia la derecha y después iniciar el protocolo de análisis y hacer otras mil cosas… de hecho no se bien qué vamos a encontrar, ni qué vamos a hacer con ello... sin duda para la filosofía esto sería un verdadero “acontecimiento”…

El miedo: ¿Ves? ¡no es una roca! —¡Qué bueno que nos llamaron! —¡Pues sí! ¿si no a quién? Ustedes se la pasan viendo el cielo y buscando estas cosas —Nunca creí que pasaría algo así, que me tocara vivirlo, mirar el cielo es una cosa, otra es mirar esta roca, que no es una roca, sino una… una masa de otra cosa, un ovillo blanco como de musgo y piel… ¡caray! ¡Qué miedo y qué emoción!… pásame la cobija térmica y la bolsa de plástico impermeable que están en el auto y vuelve a hablar a la estación, que traigan todo el equipo, esto se está enfriando —¡Ah canijo! ¿Escucharon? Como un gemido… no… como una melodía, una canción —Yo no escucho nada… ¡ah sí!, como de agua cuando hierbe —No, esto es distinto, es como, como una especie de mantra ¡en verdad! … ¡guau! Que hermoso… ¡Esto está vivo! ¡Apúrate, apúrate, diles que se apresuren, si no hay contacto ve corriendo a la estación… y diles que no llamen a nadie todavía, sólo a Moisés, él a lo mejor sabe qué puede ser esto!...

La forma: ¡Mira, mira! Son como escamas, plateadas, azules, doradas, suaves, como de serpiente aterciopelada o de tortuga con un terso pelaje de musgo marino, como un manto de ostras pulidas y brillantes —Acá, echa la luz para acá ¡¿Qué es esto?! … Es como … como su cuello… ¡guau! ¡Parece un tronco grueso! —¡Cuidado! Retira más despacio esa membrana, parece como un escudo protector, como una amalgama o coraza bioestructurada, no se vaya a lastimar o romper algo —Está todavía muy caliente, pásame las pinzas largas… veamos por esta otra parte, aquí como que la estructura baja y se junta con otra formación, parece un músculo grande, como un muslo y éstas son como vertebras saltonas… aquí tengo que jalar un poco más… ¿qué hay aquí?… ¡Ah, jijo! ¡Sentiste! Se sacudió fuerte, y ¡¿escuchas?! Volvió ese tono como de maestro Zen, agudo y grave… que sonido más profundo, como un eco de dolor y de agonía, pero también como un poderoso canto de delfín alegre en su melancólica melodía —Déjala descansar —¿Cómo sabes que es ella? —No lo sé, lo siento, ya ves, entre hembras nos entendemos.

El traslado: ¿Cómo vamos a mover esta cosa? ¿Qué pasó, qué dijeron? —Moisés no está, Tonatiuh está en camino todavía, no llega hasta mañana —¡Qué caray! Los expertos nunca están cuando se les necesita, ayúdame a poner los aparejos, cuerdas y tensores por aquí, por atrás y por los lados, engárzalos y ajústalos; vamos a arrastrarlo con el Jeep, como cuando cargamos el árbol que cayó hace meses, pongamos bien las amarres y la base para remolcarlo… lento, para no moverlo mucho y evitar que se lastime algo de lo que hay dentro —¿Lo llevamos a la estación? —Sí, hay que esperar que se enfríe un poco y luego a cubrirlo y ajustarlo bien —¿Avisamos a la poli? —¡Ni en sueños! No van a entender nada y sólo querrán sacarnos dinero —Pero Leandro no es así, él es camarada, quizá nos ayuda —Ya veremos luego, por lo pronto hay que movernos, porque las estrellas no se caen todos los días y seguro alguien más vio cómo se desprendió y aterrizó ésta —Estamos en San Pedro, aquí no hay nadie a quien le interesen las estrellas salvo nosotros —Me da igual, lo llevamos a la estación y ahí tomamos muestras y esperamos a Moi o Tonah… ¿Sabemos algo de Silvia o Julieta? — Nada… y están en la Ciudad, tardarían un buen rato en llegar —Vale, vale, vamos a movernos y vemos que se puede avanzar. No dejes de grabar todo esto.

El descubrimiento: Esto… esto parece… ¡una oreja! Sí, sí, una oreja como de cabra, con pelo largo —Aquí, echa luz, ¡aquí está su mandíbula!… Siento también el hocico, chato como de marrano, pero con nariz de toro o caballo, tiene una barba pequeña con pelo igual —Mira, aquí está su ojo, ¡guau! Es grande, como pelota de tenis, está cerrado tras gruesos parpados azul-violáceos, y aquí, aquí hay algo… espera… espera, es una protuberancia grande, no… es… es… ¡un cuerno! Sí ¡Dios! Un cuerno… grueso en la raíz y que se afila en la punta, como de quince o veinte… no… treinta centímetros y… ¡Ah! La temperatura aumenta —¡Se movió! ¡Se movió! ¡¿Qué hiciste?! —Nada, sólo toqué el cuerno —¡Para, para! Se sigue agitando, se estiró, ¿viste? ¡Guau! se sigue moviendo, dejó de hacer su mantra — Parece un feto en el útero estirándose, a punto de nacer —Dale espacio ¡muévete, muévete, ya, ya!— ¿Qué está haciendo? —¡Se levanta, se levanta! Como jirafa recién nacida, ¡no es posible! ¡Graba todo! ¡Esto es increíble! —¡Mira! Se enciende el cuerno, está rompiendo toda la membrana, como si fuera una espada, se está liberando ¡cuánta luz!... ¡Ya no veo nada! —Yo lo tengo, lo estoy grabando en infrarrojo ¡está encendido! El cuerno está encendido como una llama, está de pie, parece un caribú, blanco o azul, inmenso... ¡Es lo más hermoso que he visto en mi vida!

El mensaje: Cuando se fue, se fue volando, estoy segura, o se desvaneció para integrarse al universo, a la fuerza, o cómo se llame todo esto que nos rodea. No lo sé, pero sé que no murió, se fue a otro lado, a otro mundo… igual y aquí está todavía —Y esto, esta masa de piedra ¿qué es esto? —Es como su traje, como su nave espacial, como su piel de serpiente emplumada, es lo que queda de la historia antes de hacerse leyenda o mito, una gruesa sábana oscura petrificada —¿Cómo íbamos a saber que ese chillido largo y doloroso era un mensaje eterno? ¿Cómo íbamos a suponer que conforme más se apagaba más se encendía en nosotros el entendimiento? Queda esta piedra negra, con su forma simulada…meteoro de las estrellas —No, queda algo más aquí, aquí dentro, en mí, no sé, una sensación de alegría y miedo.

El silencio: ¿Cuánto tiempo lleva haciendo eso? —¡Puff! No lo sé, como tres horas —¡Qué fuerte! Esto debe escucharse seguro hasta la carretera ¿Qué hacemos? —Nada, esperar ¿Has visto cómo cambia de color? y el tono es distinto —Tu lo distingues porque eres músico, para mí es lo mismo… aunque tienes razón ha cambiado de color, nunca pensé que existiera algo tan hermoso… ¿qué pasa? —¡Ya se los dije! ¡Cállenla, por favor! ¡Pónganle un sedante y duérmanla! —¡Cálmate! Ahora está más tranquila… ¡Mira!… está bajando la intensidad… ves… ya paró, ya no hace ningún ruido, se quedó quieta —¡Qué alivio, en verdad, qué alivio! Era como sentirla dentro de mí, como un canto ahogado, como si algo se incendiara, como si no pudiera respirar, como si trasmutaba, no sé… de pronto sólo sentí desesperación y tristeza, como si en su quejido hiciera mover todos los sentimientos atrapados en mí, en este mundo, a lo largo de muchos años, muchas épocas, muchos mundos —Yo también sentí esa tristeza, pero ahora, mírala, es hermosa, siento que nos mira —Vamos a acercarnos con cuidado —¡Qué increíble! Es un organismo vivo, completo, una especie imaginada pero desconocida, ¡el misterio más grande del mundo, aquí frente a nosotros, el milagro de la vida extraterrestre, la mitología hecha presente! —No comprendo ¿cómo es posible esto? —Tampoco entiendo este silencio, espacial, hueco ¿se dan cuenta? Es como si no pasara nada, como si se hubiera detenido el tiempo.

El encuentro: ¡Cuidado no te acerques tanto! —Descuida, no lo haré, es hermosa —¡Espera, espera, ponte los guantes! —Sí, es como una lágrima del Sol, como un ser de viento y lluvia, como una pequeña montaña brillante —¡Te dije que te pusieras los guantes! —No pasa nada… es hermosa, su color, su aroma, sus patas o piernas, sus ojos, ¡Dios mío! ¡Qué ojos tan claros!... en su trasparencia, en su profundidad… como si pudieras ver el fondo del mar, como mirar al cielo, al espacio infinito y mirar todo el cosmos… pero clarito, clarito ¡pura luz! —¿Qué tienes?... ¡Cuidado, estás muy cerca! ¡Graba esto!... Es increíble, se está acercando, se está dejando acariciar, mira, baja la cabeza, ¡el cuerno es brillante, es hermoso! ¡Tocó tu vientre! Se encendió —¿Estás bien María? —Estoy volando, es mi madre, es la tierra, es el agua, es el fuego, es el viento y el coraje, es la diosa blanca, es la magia de la rosa —¿Qué estás diciendo?... Ven, ven… ¡cuidado!... Ya ven y siéntate acá… ¿estás bien? —Déjala un momento, está como en trance, está como dentro de ella… mira sus ojos, que parecidas son, son dos hembras abrazándose… reconociéndose… recordándose…

El regreso: ¡Llegaron, llegaron! Vienen también las doctoras… ¡María, Jacobo, abran… ya es de mañana!... ¿Está todo bien ahí dentro? —María, María, despierta, despierta … ¡se fue! — ¡¿Qué dices?!... ¡¿Cómo que se fue?!… —Se fue, no está, desapareció o se escapó o no sé qué pasó… ¿Qué tienes en el cuello? esa marca ¡como un signo! —Es un lunar de esos de nacimiento color sangre… —Pero, está más brillante y mira aquí también tu brazo y tus manos, están brillando, cada lunar en tu cuerpo está como encendido… como mapa de constelaciones —Tú también tienes brillos en la frente y aquí en el cuello y bajan al pecho, mira tu mano y tu pie, también están encendidos… —¡Abran ya! ¿Qué pasa ahí dentro? —¡Ya vamos, ya vamos!... ¡Mira! Sólo está la membrana hecha una masa oscura… No entiendo nada… —Yo tampoco, pero siento una verdad, no sé cómo decirlo, un no sé qué, que se siente como una verdad, una confianza, una fe… —¡Pasen, pasen, bienvenidos! —¡Qué gusto verlos! Llegamos tan pronto como pudimos con Tonah y las doctoras —¿Dónde está el objeto brillante? —Aquí está, aquí… aquí estaba … —¡Es hermoso! mira Silvia la forma y la textura, no es la de un meteorito común, se parece al que cayó en Mongolia hace más de un siglo… esta forma, y estas crestas son muy particulares… —Era un unicornio, ¡un unicornio hermoso, brillante!... —¡Es verdad! mira, esta protuberancia parece, en efecto, un cuerno azul, el “Unicornio Azul”… así lo llamaremos, como en la canción, y ya iremos resolviendo sus misterios… Hay que prepararlo para llevarlo a la Universidad, ahí haremos el resto … ¿Tienen los videos? —Sí, sí, los videos… ahí se verá todo… todo estará ahí… —Perfecto, tranquilos, vayan a descasar, están rojos, como asoleados, dense un baño y nos vemos más tarde —Sí, sí… nos vemos más tarde…

El recuerdo: ¿Estás bien? —Sí —¡Qué momentos!... Me acuerdo de esos días, esas horas, cada instante, como un sueño increíble. Después vinieron los sueños reales ¿te acuerdas? —Sí, muchos y más de uno verdaderas pesadillas —¿Haz vuelto? —Siempre procuro una visita y ¿sabes? a veces mirando esa piedra azul profundo siento su luz en mi vientre, como un recuerdo viviente; la primera vez que descifré el lunar de aquí, el del cuello, sentí que me hablaba, que reía, a partir de entonces me puse a imitar su “chillido” agudo y grave, ese canto de soledad y nostalgia que poco a poco fue siendo una canción de alegría; me inicié después en las artes marciales, en la medicina tradicional, en la meditación y en todo cuanto me ofreciera un camino hacia esa paz… los bailes rituales, las danzas de mi tierra, allá en la sierra, con la abuela Matilde y sus canciones en su bella lengua; desde entonces voy cada mes a platicar con los árboles de San Pedro y también a la Universidad para verla.

La mirada: ¿Lo sabes verdad? … la grabación no registró nada, sólo ruidos, algunos sonidos, ni siquiera nuestra imagen, mucha interferencia —Dicen que hace años, décadas, pasó algo similar en Mongolia, algunos dicen haber visto un dragón, otros un toro de ojos brillantes, lo dejaron escrito en diferentes testimonios que quedaron en silencio por mucho tiempo —¡Puff!… sabes, hace unos días recordé algo que no había hecho consciente; desde que llegamos al sitio del impacto sentía algo, como una mirada extraña, lejana, no sé… Una mirada desde fuera, como de un espectador… Al principio, pensé que era el bosque, los árboles a veces me generan esa sensación de estar ahí sólo observando nuestras historias; pero no, la sentí de nuevo en la estación y después cuando empezamos a analizarla e incluso ahora cuando hablo de todo aquello —¿Una mirada dices? —Sí, como de alguien que nos viera en silencio desde algún punto exterior, no sé, más allá de nuestra realidad —Un testigo mudo… quizá sólo él sepa que pasó, quizá tampoco lo sepa y es parte de la magia —Sí, la magia que no vemos y está ahí presente a un lado y al otro… Ahora ya estoy tranquila, sé que el mensaje está escrito en la piel de cada uno, como una constelación, como mitología personal a la espera de ser descifrada en el momento preciso, con o sin unicornios, toros o dragones —“Todo es posible” dicen los sabios… —“Todo”, entre juegos, risas y versos. Eso aprendí. Ahora cuando duermo a veces sueño que caigo desde el cielo y otros me observan, entonces canto ese sonido que a veces aturde y otras adormece, esperando poder traducir el mensaje profundo que canta el universo, con voz aguda y suave, ahora y desde siempre... Luego despierto y todo se desvanece.


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Mauricio del Toro Huerta

Especialista en derechos humanos y derecho electoral.

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