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Morenos

Conforme a lo declarado por el partido al INE, en la última actualización (2020) Morena tenía en su padrón interno 466 mil afiliados.

Para su próximo Congreso Nacional (17 y 18 de septiembre) la elección de los delegados que participarán en los congresos estatales, previos al nacional, tuvo lugar el sábado 30 y el domingo 31 de julio. El martes pasado, en una entrevista en radio, el presidente de Morena afirmó que en el proceso interno participaron 3 millones de ciudadanos. En la mañanera del lunes previo la cifra era 2 millones y medio.

De acuerdo a la Convocatoria, quienes no estando afiliados a Morena acudieran esos dos días a votar, por ese solo hecho quedaron afiliados a ese partido, como le ocurrió al secretario Marcelo Ebrard. En dos días el padrón de morenos y morenas aumento en 544 por ciento, lo que significa 2 millones 534 mil nuevos afiliados. Morena es ahora el partido político con el mayor número de afiliados, superando con creces al PRI y al PRD.

De acuerdo a los datos conocidos, Morena instaló 530 centros de votación en todo el país, con un promedio de 28 urnas en cada uno; en 9 horas diarias (de 9 a 18 horas), en dos días de votación, si participaron 3 millones, cada minuto habrían votado 2,778 personas. Todo un récord.

Lo cierto es que Morena repite las prácticas de falsificación y engaño que llevaron a la división y crisis del PRD: la afiliación masiva de acarreados como medio para establecer el peso de cada grupo (tribu) en la estructura, órganos de dirección, candidaturas y prebendas a repartir. El PRD llegó a presentar al INE un padrón interno con más de 6 millones de afiliados; hoy sigue registrando más de 1 millón. El PAN padeció algo similar entre 2000 y 2011, alcanzando casi 2 millones de afiliados, pero una depuración posterior redujo la cifra a poco más de 250 mil.

En los años 80 del siglo pasado el PRI decía tener más de 10 millones de afiliados; el autoengaño condujo a una cómica situación: en 1988 tuvo más afiliados que votos. La cabra tira al monte y hoy en día el tricolor sigue declarando más de 2 millones de afiliados. Aunque hay que consignar que el PRI no practicaba la afiliación masiva de acarreados, como el PRD y ahora Morena, sino que sus 3 sectores eran los que aportaban la mayoría de los supuestos afiliados.

Los modelos de partido político del siglo XX -partidos de masas o de cuadros- derivaron en nuestro país en falsificación y autoengaño, de lo que ninguno de los 3 partidos de raigambre histórica, y ahora Morena, se salvaron.

La movilización pagada, el acarreo de personas, el uso de los programas sociales de los tres órdenes de gobierno como medida de presión, cooptación y chantaje para afiliar, presumiendo como “democrático” lo que en realidad es su antítesis, son prácticas de uso común en todos los partidos en México.

A esas prácticas no es ajena la distorsión que hace años, casi sin pensarlo, se fue introduciendo e implantando en el sistema de partidos de México. Es un extravío haberlos convertido de organizaciones de ciudadanos en organismos paraestatales, a los que se les atiborra de dinero público y se les imponen reglas de vida interna iguales a las que son legalmente obligatorias para la competencia electoral.

A los partidos se les obliga a cumplir, por ley o por sentencias judiciales, reglas que fueron diseñadas para regular la vida política y la competencia electoral en una sociedad democrática. El extremo son los procesos partidistas para designar dirigentes o seleccionar candidatos, que se convierten en oportunidad para la exclusión y el ajuste de cuentas a los que discrepan o critican.

Los partidos son parte, no el todo social. Deben tener derecho a decidir las reglas de su vida interna sin intromisión de las leyes o las autoridades electorales. Son, o debieran ser, más parecidos a clubes de pertenencia voluntaria, que a organismos estatales sujetos a obligaciones que tienen que ver con el todo social, no con sus partes.

Los partidos, sigue diciendo nuestra Constitución, son “organizaciones de ciudadanos” a los que el estado reconoce como “entidades de interés público”, no entes públicos. Para fortalecerlos, hay que volver a lo básico.  


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Jorge Alcocer V.

Director fundador de Voz y Voto. 

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