En septiembre del presente año dieron inicio los trabajos convocados por la Comisión Presidencial para reformar la Constitución Federal en materia electoral, la cual presentará su propuesta de cambios en enero de 2026. Las declaraciones del comisionado para presidir la comisión de la reforma electoral, Pablo Gómez Álvarez, no han pasado desapercibidas: “La desaparición de los OPLE es muy obvia, nadie puede decir para qué sirven” (Castillo en El País, 6 de agosto).

           Más allá de la postura del comisionado, esta narrativa abona al desconocimiento y reduce el trabajo que han desempeñado los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLEs) a nivel subnacional. Asimismo, es importante tener presente que los cambios institucionales que se persiguen en una democracia se dan cuando existe una percepción generalizada de que el entramado institucional actual no está respondiendo a las demandas sociales y a la lógica política imperante (Peters, 2003). De ahí que el análisis de los cambios políticos que se propongan consideren las diversas coyunturas o puntos de quiebre que definen las trayectorias históricas de la democracia, sobre todo porque esto ayuda a comprender las motivaciones y consecuencias que origina el proceso de creación de nuevas instituciones.

           En este contexto, el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) organizó los días 4 y 5 de diciembre el Foro Experiencia e Innovación en los Procesos Electorales Locales. El objetivo fue que los OPLEs intercambiaran experiencias, conocimientos e innovaciones en la organización de procesos electorales a nivel subnacional a través de seis mesas. En ellas se abordaron temas como: buenas prácticas, eficiencia operativa, problemáticas e impacto de las acciones afirmativas, retos y áreas de oportunidad en la coordinación de los OPLEs con el Instituto Nacional Electoral (INE), innovación tecnológica y desafíos que enfrentarán las instituciones electorales en la elección de 2027.

1.    Las mesas de trabajo

La participación de Consejerías Electorales de los OPLEs de veintitrés entidades federativas evidenció la importancia del trabajo realizado por las instituciones electorales en cada territorio subnacional. Se hizo hincapié en que la construcción de órganos electorales autónomos ha sido clave para garantizar la transparencia y la equidad en las contiendas políticas, tanto a nivel federal como en las entidades federativas.

           En la primera mesa, la cual atendió las Buenas Prácticas de los OPLEs se debatió sobre la importancia de la profesionalización del personal, la comunicación interinstitucional para mejorar la coordinación y la toma eficiente de decisiones en la organización de las elecciones. En la segunda mesa, en la que se abordó la Eficiencia operativa, se destacó que este trabajo tiene implicaciones sustantivas relacionadas con la impresión, producción y distribución de la documentación en cada proceso electoral. Se recalcó la importancia de la coordinación interinstitucional, el cuidado y vigilancia de la cadena de custodia de la impresión de la documentación, su calidad, así como la logística de la entrega de esta en los plazos y términos establecidos por la normativa electoral.

           En la mesa tres —Las problemáticas e impactos de las acciones afirmativas a nivel local— se reconocieron los avances, pero también los vacíos legales, criterios diferenciados y conflictos legales en los estados. Fue particularmente cuestionado el tema de la simulación de candidaturas o definiciones poco claras sobre las discapacidades, un desafío pendiente para los OPLEs y partidos políticos de cara a las elecciones de 2027. En la mesa de Retos y oportunidades en la coordinación de los OPLES se antepuso que la planeación anticipada y la coordinación con el INE son claves para enfrentar de mejor manera el desarrollo de los inminentes procesos electorales. Sobre todo, en la contratación y capacitación de personal, instalación de casillas, y entrega de paquetes electorales.

           En la mesa cinco, correspondiente a la Innovación Tecnológica, los participantes compartieron sus experiencias implementadas en materia de tecnología en sus entidades federativas. Esto fue desde sistemas digitalizados para el registro de candidaturas hasta innovaciones metodológicas y de inteligencia artificial —como el caso de Querétaro— aplicadas para la lectura automática de las actas de escrutinio y cómputo destinadas para el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP). Estas experiencias, se dejó claro, son una necesidad a la que los OPLEs tendrán que hacer frente debido a la imperiosa actualización y modernización requerida para elecciones cada vez más demandantes y complejas.

           En la última mesa, Desafíos de los OPLES frente al Proceso Electoral 2027, se expuso que las elecciones de 2027 serán no solo complejas, sino que muy probablemente también se contarán con menos presupuesto para operar: los sistemas tecnológicos para el registro de candidaturas, la organización de órganos desconcentrados, la logística para la entrega y recuperación de las boletas y paquetes electorales. Se expuso la experiencia de Veracruz que en 2025 celebró elección de partidos tradicionales, ordinarias, de ayuntamientos y además la elección de personas juzgadoras. En 2027, y en el caso del Estado de México, el de mayor lista nominal, se hizo un llamado a la planeación anticipada debido a su complejidad geográfica y sociopolítica.

2.    ¿Qué nos dejó el Foro ante una inminente reforma electoral?

Los dos días de trabajo fueron enriquecedores por la sinergia en torno a sus experiencias, conocimientos y propuestas innovadoras orientadas a mejorar la organización de las elecciones en el ámbito local. El trabajo de los OPLEs ha logrado cumplir metas y objetivos gracias al Federalismo colaborativo que ha hecho posible que las necesidades locales lleguen a tener una prioridad federal para garantizar los derechos de toda la ciudadanía en cada proceso electoral. En otras palabras, las realidades de las 32 entidades federativas difícilmente se pueden atender desde la centralización. Así, de las mesas de trabajo se pueden rescatar tres precisiones.

La primera: tiene relación con la necesaria existencia de los OPLEs en la estructura democrática de nuestro país. La labor de los OPLEs trasciende lo técnico; resulta inviable la organización y desarrollo de procesos de elección sin la participación de los institutos electorales locales. Son los institutos electorales quienes atienden las elecciones de gubernatura, diputaciones locales, ayuntamientos, autoridades auxiliares, representantes indígenas y mecanismos de participación ciudadana y con ello contribuyen al fortalecimiento de los derechos de la ciudadanía en nuestra democracia en México. Así, los OPLEs se convierten en garantes de derechos político-electorales. Esto, se hace por medio de las buenas prácticas, de eficientar recursos y procedimientos, impulsar acciones afirmativas y promoción de la innovación tecnológica. Lo anterior, sin dejar de lado la coordinación con el INE.

La segunda apreciación se refiere a la comunión que existe entre los OPLES. Esta afinidad empieza por los desafíos a los que se enfrentan en realidades específicas —propias de cada contexto, sean políticas y culturales— cada entidad federativa durante los procesos electorales que organizan cada OPLE en el país. Por tal motivo, se debe respaldar a los OPLEs para cimentar su autonomía financiera, asegurar independencia técnica, modernizar y simplificar sus procedimientos. Todo ello bajo una visión de austeridad, eficiencia e independencia.

           Por último, el Foro Experiencia e Innovación en los Procesos Electorales Locales nos conduce a la reflexión que, si bien la necesidad de cambio existe, este debe abordarse con responsabilidad, sin destruir a las instituciones que a lo largo del tiempo han demostrado su capacidad e imparcialidad. Reflejo de lo anterior han sido las alternancias tanto a nivel nacional, estatal y municipal. Se tiene que partir siempre considerando el equilibrio entre la razón, la equidad y la prudencia. La protección de los derechos políticos-electorales no nace de la voluntad de unas cuantas personas. No se pueden dirigir y cambiar instituciones con base en pulsiones. Sobre todo, porque los procesos electorales implican cooperación, coordinación y no imposición.

           Tampoco se trata de afirmar que los ejercicios democráticos a nivel local están libres de sombras, ni que las instituciones electorales funcionen como maquinarias sincronizadas. Sin embargo, ante las diversas manifestaciones de saturación, desencanto e insatisfacción de la ciudadanía, ajenas al trabajo técnico de los OPLES, ha quedado claro que estas instituciones electorales subnacionales son prueba de profesionalismo, experiencia fehaciente, auto reflexión, resiliencia y fortaleza. Virtudes institucionales que solo tienen una misión en particular: que la ciudadanía tenga la certeza de lo que es vivir en una democracia. Un régimen donde las personas mantengan la confianza de que su voluntad depositada en las urnas será respetada y en el cual los verbos “elegir”, “representar”, “deliberar” y “decidir” produzcan decisiones colectivas con el máximo consenso y con el mínimo de imposición (Bobbio citado en Bovero, 2003).

La experiencia que dejan los dos días de trabajo son los cimientos irrenunciables que cada instituto electoral ofrece en su labor por garantizar los derechos político-electorales de toda la ciudadanía, lo cual fortalece el ejercicio de la democracia para que sea una práctica constante, equitativa e inmutable.